Al fin, llegaron las vacaciones, bueno, no sé si llamarlas vacaciones porque solo fueron cuatro días, pero bueno, un descanso nunca viene mal.
La cosa es que hace cuatro semanas tuvimos cuatro días libres y mis padres querían aprovechar para salir de nuestra tierra y explorar un poco lo que viene siendo "el mundo".
Eran las ocho en punto, teníamos que salir a esa hora para llegar a las dos del mediodía al apartamento que habíamos cogido en Madrid. Nos esperaban cinco horas de viaje, más luego intentar localizar el sitio donde íbamos a quedarnos.
El camino se me hizo bastante corto, comparando con los últimos sitios a los que habíamos ido, Lisboa y Cádiz.
Llegamos a la capital y estuvimos perdidos durante un largo tiempo buscando nuestro apartamento. Es verdad que mi padre ya había estado allí de joven y yo también por una competición, pero la ciudad era tan grande que casi nada se nos hizo familiar.
Después de estar dando vueltas, contactamos con la chica del apartamento y ella nos guió.
El primer día hicimos un poco de turismo. Antes no me gustaba nada, pero ahora me esta empezando a gustar. Por las calles iba observando a todo el mundo. Cada uno iba vestido como quería, nadie les decía nada. Creo que esa es una de las razones por la que me gustan mucho las ciudades grandes. Además puedes hacer lo que quieres cuando quieres.
El Sábado, mi madre y yo fuimos de compras, como era el penúltimo día y el Domingo las tiendas estaban cerradas, aprovechamos y fuimos juntas.
Al mediodía mi padre nos llamó para ir todos juntos a comer. Habíamos quedado en la Gran Vía. Mi madre y yo cogimos un taxi y nos llevó hasta el sitio de la quedada. Había un montón de gente en la Gran Vía.
Nos juntamos todos y fuimos a comer a un restaurante Italiano.
Al salir, todavía había muchísima gente en la calle.
Teníamos las entradas para ver el musical de "El Rey León". De camino, decidí agarrar de la mano a mi hermano para que no se perdiera. La mano era mucho más grande que la mía y eso que mi hermano es tres años menor que yo, pero no le di importancia.
Seguíamos avanzando y notaba que la mano se movía mucho. Pensé que era porque había mucha gente empujando, y seguí adelante. De repente, un chico con acento inglés me estaba hablando por detrás. Di media vuelta y ¡TIERRA TRÁGAME! Estaba agarrándole a un desconocido y yo pensando que era mi hermano. Me pusé roja como un tomate y le pedí perdón. Gracias a Dios, el chico fue muy amable y me perdonó con una sonrisa.
Inmediatamente llamé a mi madre y fui hacia ellos.
Creo que de ahora en adelante, antes de darle la mano a alguien, primero me aseguraré de que es esa persona.
Enara Elola
La cosa es que hace cuatro semanas tuvimos cuatro días libres y mis padres querían aprovechar para salir de nuestra tierra y explorar un poco lo que viene siendo "el mundo".
Eran las ocho en punto, teníamos que salir a esa hora para llegar a las dos del mediodía al apartamento que habíamos cogido en Madrid. Nos esperaban cinco horas de viaje, más luego intentar localizar el sitio donde íbamos a quedarnos.
El camino se me hizo bastante corto, comparando con los últimos sitios a los que habíamos ido, Lisboa y Cádiz.
Llegamos a la capital y estuvimos perdidos durante un largo tiempo buscando nuestro apartamento. Es verdad que mi padre ya había estado allí de joven y yo también por una competición, pero la ciudad era tan grande que casi nada se nos hizo familiar.
Después de estar dando vueltas, contactamos con la chica del apartamento y ella nos guió.
El primer día hicimos un poco de turismo. Antes no me gustaba nada, pero ahora me esta empezando a gustar. Por las calles iba observando a todo el mundo. Cada uno iba vestido como quería, nadie les decía nada. Creo que esa es una de las razones por la que me gustan mucho las ciudades grandes. Además puedes hacer lo que quieres cuando quieres.
El Sábado, mi madre y yo fuimos de compras, como era el penúltimo día y el Domingo las tiendas estaban cerradas, aprovechamos y fuimos juntas.
Al mediodía mi padre nos llamó para ir todos juntos a comer. Habíamos quedado en la Gran Vía. Mi madre y yo cogimos un taxi y nos llevó hasta el sitio de la quedada. Había un montón de gente en la Gran Vía.
Nos juntamos todos y fuimos a comer a un restaurante Italiano.
Al salir, todavía había muchísima gente en la calle.
Teníamos las entradas para ver el musical de "El Rey León". De camino, decidí agarrar de la mano a mi hermano para que no se perdiera. La mano era mucho más grande que la mía y eso que mi hermano es tres años menor que yo, pero no le di importancia.
Seguíamos avanzando y notaba que la mano se movía mucho. Pensé que era porque había mucha gente empujando, y seguí adelante. De repente, un chico con acento inglés me estaba hablando por detrás. Di media vuelta y ¡TIERRA TRÁGAME! Estaba agarrándole a un desconocido y yo pensando que era mi hermano. Me pusé roja como un tomate y le pedí perdón. Gracias a Dios, el chico fue muy amable y me perdonó con una sonrisa.
Inmediatamente llamé a mi madre y fui hacia ellos.
Creo que de ahora en adelante, antes de darle la mano a alguien, primero me aseguraré de que es esa persona.
Enara Elola